jueves, 17 de noviembre de 2011

Repetición y contraste

Ya hemos visto en clase que los principios básicos de construcción formal en música son la repetición y el contraste.
Pero ¿qué ocurriría con una obra basada casi exclusivamente en la repetición? Pues seguramente llegaría a exasperarnos, casi a anularnos: "¿Será ahora cuando cambie o seguirá repitiéndose de nuevo lo mismo?"
Escucha algunos ejemplos basados en la repetición (pero de los que no aburren ni desesperan porque están muy bien hechos): Tubular Bells de Mike Olfied o Nagoya Marimbas de Steve Reich.

También podemos plantearnos lo contrario ¿qué sensación nos produciría una obra en la que nada se repitiera sino que todo fuese contrastante y nuevo cada vez? Pues, también seguramente, perderíamos "el hilo" de lo que suena ya que nos faltaría un punto de referencia (identificar algo que ya hemos oído antes), nos resultaría una música "inconexa" o falta de relación entre unas partes y otras.
Es lo que puedes pensar si escuchas este fragmento:
Fantasía Op. 47 de Arnold Schoenberg

Pero lo normal es que el que hace una canción o cualquier otro tipo de composición musical maneje con maestría tanto la repetición como el contraste y sepa combinarlas con pericia. Así, la obra no nos resultará repetitiva o inconexa al escucharla. Es lo que ocurre con las canciones de pop, por ejemplo, que alternan un fragmento en el que se repiten tanto música como letra (estribillo) con otros contrastantes. Mira este vídeo:
Días de verano, de Amaral.

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